sábado, 20 de diciembre de 2008

Quien siembra miseria recoge rabia

Creé este blog hace unos días y aun no había encontrado la forma de comenzar. No se me ocurría ningún tema que fuera lo suficientemente significativo como para abrirlo. Lamentablemente, parece que la ira mueve más que cualquier otra cosa. Más que el ánimo, la alegría, la tristeza, el orgullo o "aquella entusiasta subitaneidad en la cólera, el amor, el respeto, el agradecimiento y la venganza" (La genealogía de la moral, F. Nietzsche). El caso es que aquello que me ha empujado a abrir este blog ha sido el enterarme de que seis estudiantes de la Universidad Autónoma de Barcelona no volverán a las clases después de Navidad.

A ellos, que se movieron mientras la mayoría de las personas miraron, que arriesgaron mientras el resto se escondió, que actuaron mientras otros charlaban tomando un café, y todo por una Universidad digna; se les privará de educación. ¿No resulta paradójico? Alzaron su voz por la de todos los estudiantes exigiendo una educación pública y de calidad, libre de empresas y con espacio para el pensamiento crítico y la libertad de conocimiento. La respuesta fueron golpes, porras, represión. Ante este panorama, ¿quién no pediría explicaciones? Pues la respuesta a entrar en el rectorado para preguntar porqué se trataba así a los estudiantes, porqué tenían hematomas en las piernas y brechas en la cabeza, fue más represión: 31 expedientes.

31 expedientes que pasaron rápidamente a 27 después de demostrar cuatro de ellos que en ese momento estaban en Madrid, o en el hospital… (increíble pero cierto, si alguien piensa que decidieron a quien expedientarían metiendo la mano en un saco y sacando a 31 alumnos, probablemente no se equivoque). El mes pasado se decidió que la resolución de esos expedientes sería la expulsión. 83 años y medio, en total, fuera de la Universidad. Los estudiantes no se quedaron quietos (bueno, los hay que si, pero no juntemos dos temas que me ponen tan nervioso) y exigieron mediante diversas formas que se retiraran las expulsiones. Ocuparon sus facultades, se manifestaron, cortaron las vías de tren. Después de una serie de negociaciones, y como muestra de buena voluntad, desocuparon las facultades. ¿Cumpliría el rectorado? No, la noticia del día es que seis estudiantes de la UAB han sido expulsados hasta tres años.

A mi no me viene otra cosa a la cabeza que los castigos ejemplares de los ahorcados en la plaza del pueblo de un ducado en el siglo XII, o las montañas de republicanos fusilados en las cunetas de la España del ’39. ¿Pretenden hacer callar a los estudiantes quitándoles a sus compañeros el derecho a la educación? (ésta va para los que durante las ocupaciones reclamaban su “derecho individual a hacer clase”). Quien siembra miserias recoge la rabia y, como dije al principio, probablemente eso sea lo que más mueva a la gente. La noticia de las expulsiones sirve, de momento, para dar comienzo a dos cosas: la primera, este blog. La segunda es para quien piense que los estudiantes estarán dispuestos a aceptar que echen a sus compañeros gratis.